¿Por qué el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos se celebra el 30 de mayo en la Argentina? La fecha fue instituida en el año 1997 porque el 30 de mayo de ese mismo año dio a luz, por primera vez en nuestro país, una mujer que había recibido un trasplante hepático en 1995, en el Hospital Argerich de la ciudad de Buenos Aires.
¿Qué es el INCUCAI?
Desde fines de los años setenta, cuando la práctica de los
trasplantes comenzó a difundirse de modo acelerado gracias a los adelantos
científicos y tecnológicos en salud, la Argentina cuenta con legislación
específica para regular esas prácticas. El Instituto Nacional Central Único
Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), organismo autárquico
dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, es el encargado
de coordinar este tipo de prácticas médicas a nivel nacional. También es el
principal promotor de campañas de difusión que ofrecen información confiable.
Los resultados alcanzados son alentadores: en 2012, la Argentina alcanzó la
tasa más alta de la región en materia de donación (15,1 donantes por millón de
habitantes).
El día es, asimismo, una buena ocasión para organizar actividades de concientización, en la escuela y otros espacios comunitarios, a través de la organización de actividades adecuadas a las diferentes edades de los y las estudiantes.
Esta es la historia de Horacio, un simpático crustáceo nacido en las costas de América. Su papá, un viejo cangrejo ermitaño, lo acompañó hasta que crecieron sus dos antenas color naranja y sus dos pinzas rojas. A partir de ese momento estuvo listo para irse a vivir solito a la playa. Antes de marcharse, su papá le dio un consejo: encontrar una caracola vacía será vital para vos. Tu pancita es blanda y necesitarás de ese escudo para poder vivir y protegerte.
Horacio dio sus primeros pasos en una playa del Caribe:
-Guauuuuuuuuuu1 que playa grande!!! Cómo me gusta enterrarme en el fango…jajaja trataré de no engancharme en ningún dedo humano porque podría lastimarlo.
En ese momento recordó el consejo de su padre:
-basta de diversión no debo perder más tiempo debo encontrar un caparazón de un molusco…
Y buscó horas y horas, pero no encontró ninguna caracola. La playa estaba llena de cosas que arrojan los humanos, sin tener en cuenta el cesto para los residuos que hay en el balneario. Pensó que tal vez alguna de estas cosas le serviría del Hogar.
Una lata de atún parecía su casa ideal. Horacio acomodo su pancita en la lata y bloqueo la entrada con las patas y las pinzas. Todo parecía estar genial hasta que el viento empezó a soplar con tanta fuerza que la lata rodó y rodó dejando a nuestro amigo completamente mareado.
Horacio empezó a pensar que quizás esa casa no era la correcta. El paso del tiempo le dio la razón, cuando la lata comenzó a oxidarse y él a intoxicarse.
- Es hora de buscar otro hogar- dijo mirando a su alrededor.
Entonces encontró una zapatilla de lona amarilla con cordones desatados, volcada sobre una roca. Al principio Horacio dudó:
-Parece que es muy grande… y seguro que fue de una nena! Pero no importa, no hay otra cosa por aquí.
Se acomodó como pudo en su nuevo hogar. Todo iba bien hasta que llegó una enorme ola que inundó la zapatilla. Como era de lona, al mojarse se hizo tan pesada que lo condujo hacia el fondo del mar.
-Que contra tiempo, no pensaba llegar hasta aquí –dijo Horacio apenado
En ese momento, en las arenas profunda, se le acercó un cangrejo que estaba ubicado muy confortable dentro de una caracola de molusco.
_Hola soy alejo, el cangrejo, no pierdas más tiempo intentando reemplazar la caracola con desperdicios humanos. Tenés que buscar una casa entre los caparazones que dejan los moluscos al morir. Es tú única oportunidad de encontrar un hogar limpio, resistente y que sea justo para vos.
A Horacio le llamaron la atención unas coloridas formas que Alejo llevaba sobre su cuerpo.
_Oh perdón mi descortesía, me olvide de presentarlos. Ellas son mis compañeras, las anémonas, Bety y Lucy.
-Hola, todos podemos ayudarte a encontrar tu casa- dijeron las anémonas
-Que lástima que no traje linterna- se lamento Horacio
En ese momento se produjo un gran destello de luz: un pez abismal iluminó todo el lugar.
-Conozco una caracola vacía- dijo el pez abismal- los voy a guiar hasta ella.
Así nuestro amigo el crustáceo encontró su nueva casa: un hogar confortable y a su medida que lo acompañaría por un largo tiempo.
Horacio pudo conseguir su caracola gracias a que un molusco, la dejó cuando ya no la necesitaba, tal vez sabiendo la utilidad que tendría para un crustáceo como él. Encontrarla fue posible gracias a sus compañeros, que lo ayudaron en su búsqueda.
A partir de ese momento pudo sentirse seguro y pleno, compartiendo su vida con las anémonas de mar que lo protegen de sus enemigos con sus tentáculos, mientras él las traslada de un lado a otro para que puedan alimentarse.
Y así fue como ayudándose entre todos lograron crear una comunidad solidaria en el fondo del mar.
Este año también vamos a leer y trabajar sobre el siguiente cuento:
No lo olvides...
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